domingo, 13 de junio de 2010
Tiempo... odio esa palabra
Cuando se pierde la llave de los propios sentimientos uno se vuelve ciego. Esa ceguera a veces intemporal arranca del suelo tus ilusiones y las deja volar. Volar... ¿que se logra con volar? tocar un cielo con la punta de los dedos sabiendo que jamás lo podrás atrapar, porque el cielo es el cielo, es intangible. Me gustaría correr y chillar que hoy te necesito, pero mis venas se corroen entre penas y odio. Y no es odio con todas sus letras, es desengaño, frustración, el poder del cambio. A estas horas pienso que estoy en mi derecho. ¿Quién me obliga a nada? soy yo quien decido y prefiero quedarme hoy aquí, tumbada, mirando las estrellas pegadas en el techo de mi cuarto, esas que por mí siempre brillan. Y todo, incluso uno mismo, se apaga con el paso del tiempo.
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